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Tus Excusas Suenan Bien Justo Por Eso Te Frenan

Déjate de mierdas

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voy sin dirección y eso me está matando
estoy quemado mentalmente
tus excusas suena bien... justo por eso te frenan
te saboteas cuando empiezas a mejorar
el control absoluto te está dejando pequeño
tu entorno no te sostiene
esa decisión que llevas posponiendo
entrega más de lo que ofreces

Introducción: La verdad incómoda detrás de tus excusas

Tu problema no son las excusas.
Tu problema es que
te las crees.

Te dices que no avanzas porque eres perfeccionista, porque todavía no es el momento, porque te falta tiempo, dinero o el logo perfecto.
Y suena lógico.
Suena maduro.
Suena “responsable”.

Pero lo que en realidad estás haciendo es vestir de lógica, lo que en el fondo es miedo.
Miedo a exponerte.
Miedo a fallar.
Miedo a verte pequeño frente a tu propio potencial.

Tus excusas suenan bien porque están diseñadas para mantenerte en una zona cómoda y segura. Pero esa comodidad tiene un precio: te mantiene estancado, justificando por qué todavía no estás donde podrías estar.

En este artículo vamos a romper esas máscaras.
A desenmascarar las excusas “bonitas” que te frenan, y a mostrarte cómo empezar a moverte
hoy, no cuando “tengas todo listo”.

El verdadero enemigo: la identidad de “todavía no”

Tu mente no está diseñada para hacerte feliz, sino para mantenerte a salvo.
Y para el cerebro, “a salvo” significa
no cambiar.

Por eso cada vez que te acercas a un nuevo reto, aparece una historia convincente que te dice:

“Aún no estás listo.”
“Necesitas más tiempo.”
“Mejor espera a hacerlo bien.”

Esas historias suenan racionales, pero en realidad son mecanismos de defensa.
Y lo peor es que, cada vez que las repites, refuerzas una identidad:
la identidad de la persona que todavía no puede.

Cada excusa que usas es un voto por mantenerte igual.
Cada vez que dices “no tengo tiempo”, fortaleces la idea de que no lo tendrás.
Cada “cuando tenga todo preparado” consolida la imagen de alguien que nunca da el paso.

Tus excusas son hábitos mentales. Y lo que repites, se convierte en quién eres.

Las tres máscaras más comunes del miedo

1. El perfeccionismo: miedo a la crítica con traje elegante

El perfeccionismo no es amor por el detalle. Es miedo al juicio.
Es el deseo de controlar el resultado para evitar el rechazo.

Cuando dices:

“Quiero hacerlo bien antes de mostrarlo.”
En realidad estás diciendo:
“No quiero que me vean fallar.”

El perfeccionismo suena noble, pero te roba el tiempo, la energía y la valentía.

Te convence de que estás mejorando algo, cuando en realidad solo estás posponiendo el riesgo.

El antídoto:
Hecho, es mejor que perfecto.
Publica esa versión imperfecta.
Lanza el primer borrador.
Graba ese video aunque no tengas el micro ideal.
Porque la perfección no existe, y el progreso solo llega con acción.

2. La falta de tiempo o recursos: el disfraz del control

“No tengo tiempo.”
“No tengo dinero.”
“No tengo el equipo necesario.”

Todas suenan razonables.
Y sí, el tiempo y los recursos importan. Pero el verdadero problema no es la escasez:
es la necesidad de controlarlo todo antes de moverte.

Esperas a que llegue el “momento perfecto”, y mientras tanto la vida pasa.
Y ese momento perfecto nunca llega.

El antídoto:
Cambia la pregunta.
No digas “¿qué me falta?”, sino:

“¿Qué puedo hacer con lo que sí tengo?”

Con 15 minutos, con tu móvil, con lo que está a tu alcance.
El progreso no viene de tener más, viene de
usar lo que ya tienes.

3. La planificación infinita: procrastinación con título universitario

La excusa más elegante de todas:

“Estoy preparándome.”
“Estoy afinando mi plan.”
“Quiero tenerlo todo claro antes de lanzarme.”

No es estrategia. Es miedo disfrazado de orden.
La planificación infinita es una forma sofisticada de
no actuar mientras te haces creer que sí.

Crees que si planificas lo suficiente, evitarás equivocarte.
Pero la claridad no llega antes de actuar, llega
mientras actúas.

El antídoto:
Aplica la regla del 70%.
Cuando tengas el 70% de la información,
decide y haz.
El resto lo aprenderás caminando.
Define un solo paso y ejecútalo hoy.
La acción imperfecta es mil veces más poderosa que la intención perfecta.

La solución práctica: el poder de la microacción

El miedo crece cuando piensas. Se disuelve cuando actúas.
Y el mejor antídoto contra las excusas es la
acción ridículamente pequeña.

No escribir un libro: escribir una frase.
No ir al gimnasio: ponerte las zapatillas.
No crear un negocio: vender una cosa a una persona.

Hazlo tan simple que sea ridículo no hacerlo.
Esa microacción rompe el hechizo y cambia tu identidad.
Dejas de ser “alguien que quiere hacerlo” para convertirte en “alguien que lo está haciendo”.

Cada pequeño paso es una prueba de que tus excusas no son la verdad, solo una historia que te contaste para no sufrir.

Deja de pulir tus razones. Empieza a moverte.

Tus excusas no son el problema.
Son el espejo de tu miedo.
El miedo a que no funcione, a no ser suficiente, a perder control.

Pero mientras sigas dándole poder a esas razones “lógicas”, estarás eligiendo la comodidad de la orilla sobre la vida para la que fuiste hecho.

Así que hoy, elige una excusa.
Nómbrala. Escríbela.
Y haz una
microacción que la contradiga.

“Mi excusa es el perfeccionismo, y hoy publico ese post.”
“Mi excusa es la falta de tiempo, y hoy dedico 5 minutos a avanzar.”

La honestidad de reconocer tu excusa combinada con la dignidad de actuar es lo que te devuelve el poder.

Y si sientes que este mensaje te tocó,
que te viste reflejado en cada frase, te invito a escuchar el audio completo de
“Tus Excusas Suenan Bien… y Por Eso Te Frenan”

Porque el cambio no empieza cuando entiendes tu excusa,
empieza
cuando decides dejar de comprártela.

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